En carnavales de señales no verbales fue
descubriendo el lenguaje del inconsciente en
busca de alguien que lo pueda ver a través del follaje. Interpretó modestos gestos que
en sí mismo vio y comprendió el mensaje. Vacuna
para incongruentes, se paró y gritó: bendito aprendizaje! Y de pronto sintió
que se le inflaba el pecho, vertiginosa sensación. Entre ilusiones y
comparaciones enjuició toda una vida entera. Y hoy ve como un juicio que antes servía, hoy no
sirvió. Ayer si, hoy
cualquiera. Pero ahora
¿cómo se hace, cómo saco esto de acá? ¿Cómo empiezo de nuevo? ¿Cómo perdono? ¿Cómo me perdono a mí
además? ¿Cómo disfruto el juego? Y
de pronto sintió un nudo en la garganta y
sin embargo disfrutó. Él
le llamó aceptación a ese llanto sin consuelo y desde ahí transformó la rigidez
del miedo cruel y paralizador en impulso motor. Fue en busca de su esencia una
y mil veces y encontró que
ésta siempre mutaba, de forma espacios, tiempos, todo acorde a la emoción del
momento en que estaba . Focalizo
tanto en ahora que temió perder completa la memoria. Fue entonces que se hizo
conciencia y creyó comprender:
mi esencia no es mi
historia. Y de pronto sintió muy livianos los hombros y rumbo al cielo se cayó. Él le llamó plenitud a esa risa en carcajada y desde ahí la virtud de VIVIR LIBRE O NADA.